Fernan Camacho/ Opinión
No, no, sigue la frase, no es un insulto, es que voy a hablar, si me lo permiten, de sus muertos. Acabo de criticar a Reverte por su artículo de despedida a Zapatero por decir palabrotas, no seré yo quien las diga, está feo criticar y después hacer lo mismo.
Bueno, el caso es que Cayetano dice que nunca han sido ricos. Pero no de ahora, de nunca. Que sus antepasados lo que tenían era patrimonio, pero riqueza qué va. Sus muertos… sus muertos poseían tantas tierras, cuenta la leyenda, que se podía ir desde Cádiz a Galicia sin salir de ellas. “Peaso shalé, ompare”.
Lo que pasa que claro, que eso no es ser rico. Eres rico si
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foto: lainformacion.com |
También nos comenta que somos unos vagos, que a ver si nos ponemos a trabajar. Y tiene razón. Pero es que tengo ahora mismo un tirón de ojo de ver que él tampoco ha hecho nada salvo montar a caballo mientras todos y cada uno de tus súbditos y los de tus muertos nos hemos deslomado para que tú puedas posar en tu hípica estampa y decir con todo tu patrimonio de
Por supuesto, Cayetano no es ningún señorito andaluz, ¡eso ya no existe! Su patrimonio agrícola, inmobiliario y artístico le hace ser un andaluz normal y corriente. Su palacio en el centro de Sevilla no tiene nada que ver al respecto, también es de su madre. Además, los andaluces no tenemos por qué cargar con esto, también tiene patrimonio en Madrid, en Ibiza, Segovia… Por favor, pero ¿Cómo va a ser andaluz, si no tiene de andaluz ni acento? Si la s, o la z, o la “e” abierta la olvida como sus muertos la olvidaron, si ni para eso ha tenido nobleza de acercarse a un jornalero, es algo a lo que ya deberíamos estar acostumbrados.
Les diré algo: La culpa es nuestra. Ya lo he denunciado una vez, lo del derecho a la libertad de expresión es una mentira. Falso. Una pérdida de tiempo. ¿No ven que este hombre puede decir lo que quiera como cualquiera de nosotros? ¡Pero no sólo eso! ¡Somos nosotros los que se lo permitimos! Le permitimos decir que “ojala viviera en el medievo porque se libraría de ir a los juzgados”. Y también nos permitimos el lujo de no recordarle que sus muertos han sido los esclavistas más grandes de la historia de Andalucía sin que él tenga nobleza, y manda patrimonio, de reconocerlo públicamente porque él, amigos, “se lo encontró ya así”.
Ay, Cayetano, Cayetano, la culpa es nuestra, querido, porque cada vez que hablas sobre nosotros, como dice Juan Carlos Aragón, “aparece en el más ínfimo escalón de tu escasa jerarquía el servilismo mamón de las marmotas de Andalucía”. Y es verdad, “si este pueblo se disparata con la boda de la duquesa, en minúsculas, con otro don nadie rico, este pueblo me da vergüenza” (permítame Aragón cambiarle el verso). Pobre de ti, Cayetano, y de tus muertos, el día que Andalucía despierte.
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