miércoles, 22 de febrero de 2012

Belisario, el gran conquistador olvidado por la Historia

Pablo Rodríguez /Historia


Todos conocemos a los grandes conquistadores de la historia. ¿Quién no ha oído hablar del gran Alejandro Magno, hijo de Filipo de Macedonia, de la casa de los Argéadas, conquistador de Asia? ¿O del gran  Cayo Julio César, de la gens Julia, conquistador de la Galia y dueño de una República agonizante? ¿O de Napoleón Bonaparte, posiblemente el más brillante estratega militar de todos los tiempos? Pero hay otros personajes cuyas gestas podrían igualar, o superar incluso, a la de estos hombres a los que la Historia no les ha tratado igual de bien. Es el caso de Flavio Belisario, general bizantino que 
estuvo a las órdenes de Justiniano I, para el cual reconquistó multitud de territorios que habían caído en manos de los bárbaros tras la caída del Imperio de Occidente en el año 476 d.C.

En el año 476 d.C. el Imperio Romano de Occidente cae fruto de sucesivas oleadas de pueblos bárbaros, entre los que se encontraban los visigodos, los ostrogodos o los francos. En Oriente, sin embargo, se mantiene el Imperio Romano de Oriente con capital en Constantinopla, la antigua Bizancio. Es lo que se ha conocido como Imperio Bizantino, aunque es un nombre que le ha dado la historiografía moderna, ellos nunca se llamaron a sí mismos bizantinos, sino que hasta su caída en el año 1453 se consideraron romanos, herederos y defensores del legendario imperio que fue dueño del Mediterráneo.  

Una vez puestos en situación podemos analizar la figura de Belisario. Belisario nace en el año 505. Inicia desde muy joven una brillante carrera militar y con tan solo 27 años ayuda a sofocar una rebelión que puso en serio peligro la autoridad de Justiniano. Tras esto es nombrado general en reconocimiento a sus dotes y a su fidelidad a Justiniano, y es puesto al frente de un proyecto para recuperar los territorios del antiguo Imperio Romano de Occidente. Su primera victoria importante se da contra los vándalos, un pueblo bárbaro que se había hecho con el control del norte de África. Los vence en apenas un año y logra incorporar todos los territorios que anteriormente pertenecían al Imperio Romano desde Marruecos hasta Túnez.

Tras reconquistar todo lo que hoy conocemos como el Magreb, Justiniano le encarga emprender la conquista de Italia.  Para ello conquista primero Sicilia y pasa después a la península italiana, donde vence a los ostrogodos, que era el pueblo bárbaro que había invadido Italia. Tras esto, consigue incorporar toda la Península Itálica al Imperio Bizantino. En poco más de 7 años Belisario reconquista casi la mitad de los territorios del Imperio Romano de Occidente, pero su éxito será también su perdición. El poder y el prestigio del general hacen que Justiniano se muestre cada vez más desconfiado, tanto más cuando los ostrogodos le ofrecen a Belisario la corona de su reino. Si aceptaba, Belisario quedaría como monarca de toda Italia, con el apoyo de lo que quedaba del ejército ostrogodo y, lo que era más importante, de sus tropas bizantinas, ya que estas eran muy leales al general que los había llevado de victoria en victoria. Sin embargo, Belisario rechaza la corona y reafirma su fidelidad al emperador. Pero para Justiniano esto no será suficiente.
Belisario pidiendo limosna, por Jacques-Louis David

Belisario entonces es reclamado por el emperador en Constantinopla y se le encargan misiones menores, para las que se le asignan pocos recursos, por lo que el general obtendrá resultados mediocres. Mientras tanto la situación en Italia se vuelve complicada: los ostrogodos se rebelan contra el poder bizantino y reconquistan amplias parcelas del norte y centro de Italia, tomando incluso Roma de nuevo. Justiniano, forzado por las circunstancias, manda un ejército al mando de su mejor general: Belisario. Belisario vuelve a tener un éxito inicial abrumador y toma Roma de nuevo. Sin embargo la campaña se hace larga y Justiniano no envía refuerzos ni suministros, por lo que Belisario ve frenados sus éxitos iniciales y finalmente la campaña termina siendo un fracaso. Tras esta decepción y viendo cuales eran los motivos de su fracaso, Belisario decide retirarse de la vida militar, ante la falta de apoyo de su emperador.

A su vuelta a Constantinopla recibe un título honorífico para maquillar su ostracismo. Pese a todo esto, las complicadas circunstancias del Imperio Bizantino hacen que Justiniano tenga que recurrir a él de nuevo al ser atacada la capital, Constantinopla, por unos bárbaros procedentes de los territorios de la actual Rusia, los eslavos. De este modo Belisario se ve obligado a volver a la vida militar. Ante el inminente peligro Justiniano da todo su apoyo a Belisario y este logra vencer el peligro y salvar Constantinopla. Tras esto recupera el favor de Justiniano, quizás porque ambos eran ya demasiado viejos como para andar conspirando y sospechando.

Pero, pese a recuperar el favor del emperador, Belisario tiene más enemigos celosos de sus éxitos y de su renovado poder, por lo que es acusado de corrupción y condenado a prisión. Sin embargo, Justiniano hace que le sean perdonadas las penas. Poco después de este suceso la muerte llegará a ambos, con semanas de diferencia entre el fallecimiento de uno y de otro, en el año 565 d.C.

De este modo podemos apreciar como un hombre brillante, cuya astucia militar lo podría haber llevado a codearse con los grandes nombres de la historia, ha quedado relegado a un segundo plano. Y es que, en la vida, para ser brillante hay que tener talento innato y formación, pero para ser eterno, además, hay que tener a la diosa Fortuna como fiel compañera. Si Belisario no hubiese tenido la envidiosa, y a la vez temerosa, figura del emperador dificultándole su labor militar o, incluso, si hubiera aceptado la corona de los ostrogodos, quien sabe lo que hubiese logrado este genio militar. Pero, por suerte o por desgracia, eligió un camino que creyó correcto y esta fue su historia. 

3 comentarios:

  1. Hace algún tiempo leí en una de esas revistas de divulgación histórica la triste historia de Belisario, que tú tan bien cuentas aquí. es cierto, no es suficiente con ser brillante, inteligente, valiente y leal para triunfar y tener éxito. Belisario fue víctima de los celos y la envidia de Justiniano, que sin embargo no podía prescindir de sus buenos servicios. Desde luego, como víctima de la mezquindad, no tuvo el reconocimiento que hubiera merecido. Ocupa un puesto segundón en la historia. y es que para estar en las primeras páginas de la historia hay que tener algo menos de escrúpulos. Belisario los tenía. Le faltaban ángulos oscuros en su conciencia y ambición desmesurada. Por eso no está donde otras figuras están.
    Su figura me recuerda mucho a la de Agripa, tan valiente, eficiente y leal como él. Agripa sí tuvo, en cambio, el reconocimiento que merecía, y fue encumbrado a altos puestos de la administración. Quizá Augusto era un personaje más agradecido y con un sentido más elevado de la amistad de lo que lo era Justiniano.
    Un abrazo, Pablo. Un placer leerte.

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  2. La ambición es muy importante, sin duda. Si hubiera sido ambicioso habría aceptado el trono ostrogodo y se habría convertido en el monarca más poderoso de occidente.

    En cuanto a Agripa, la diferencia fundamental creo que está en que Augusto era un gobernante consolidado y absoluto, nadie osaba toserle en el interior y en el exterior fue muy inteligente combinando guerras con tratados, lo que le sirvió para consolidar las fronteras. Justiniano, sin embargo, no tenía para nada asegurado su poder, con enemigos tanto en el exterior como en el interior, por lo que tuvo que ser más cuidadoso y más injusto con alguien que estaba obteniendo demasiada gloria y poder para ser un simple general.

    Un abrazo

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  3. Yo creo que la clave es la inseguridad. Es cierto, Justiniano carecía de seguridad, sobre todo en sí mismo. Eso explica, en buena parte, su comportamiento con Belisario y algunas de sus actuaciones. No se puede decir lo mismo de Augusto, aunque las circunstancias le fueran adversas.

    Un saludo.

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