martes, 14 de febrero de 2012

El juego de los dioses

Pablo Rodríguez/Historia


Mucho antes de que el fútbol o el baloncesto fueran siquiera imaginados por la mente de los hombres existía ya en América un juego, o si prefieren deporte, que se jugaba con una pelota. Este deporte, que se extendió por toda Mesoamérica, es mucho más antiguo que los juegos olímpicos de la Grecia arcaica y clásica, y a decir verdad bastante más emocionante, pues el premio del vencedor era la vida y la gloria, mientras que el castigo del perdedor era la muerte.

El juego de la pelota mesoamericano nace alrededor del año 1.400 a.C. Muy posiblemente fue una invención de los olmecas, la cultura madre de toda Mesoamérica, famosa por sus enormes cabezas talladas en moles de piedra. Desde los olmecas, el juego de la pelota fue el juego ritual por excelencia de las culturas mesoamericanas, llegando a practicarlo incluso las culturas indígenas más recientes, como los mayas o los aztecas.

El juego en cuestión consistía en golpear una pelota de caucho con las caderas y pasarla por unos aros elevados que se encontraban en la pared del recinto donde se practicaba el juego. El recinto era rectangular y simbolizaba la entrada al mundo infernal, el mundo de los dioses, el Xibalbá de los mayas. Solía ser practicado por entre dos y cuatro jugadores. Las pelotas era un poco más pequeña que los balones de futbol actuales y al ser de caucho eran muy elásticas, pero también bastante pesadas y macizas. Por este motivo los jugadores de pelota se protegían las caderas con unos gruesos cinturones de madera o mimbre recubiertos con cuero. También podían protegerse otras partes del cuerpo con un equipo hecho con materiales parecidos, pero esto les restaba movilidad y eficacia.

El juego de la pelota era un juego sangriento. En primer lugar hay que señalar que las protecciones no eran a veces suficientes y que los impactos de las pelotas en partes desprotegidas podían resultar a veces mortales. Pero el aspecto más sangriento de este juego ha sido señalado anteriormente: podían acabar con la muerte de los perdedores. Los vencidos podían ser sacrificados como ofrenda a los dioses. Por lo tanto observamos la doble faceta de este juego, pues entretenía al público que acudía a verlo, pero además tenía una función ritual muy importante, ya que representaban en el sacrificio la muerte de sus dioses infernales.
Campo de juego de pelota, Tikal

Este juego era practicado por la aristocracia para mostrarse como dioses, ya que estos eran los primeros que habían jugado al juego de la pelota. Llegados a este punto surge una pregunta irremediablemente: si podían resultar vencidos y ser sacrificados, pese al prestigio que podían adquirir ¿Por qué se arriesgaban tanto los aristócratas? La respuesta es sencilla: cuando los aristócratas jugaban para obtener  prestigio se enfrentaban a prisioneros de guerra, los cuales suponemos se encontraban en desventaja de cualquier tipo. La conclusión de todo esto es que los aristócratas rara vez perdían.

Pero el juego de la pelota no tenía que acabar siempre en sacrificio. Era un juego ritual, y no siempre se exigía la sangre de los perdedores. A veces este juego adquiría tintes políticos y sociales muy importantes, llegando a tomarse en contados casos como alternativa a la guerra. Con el tiempo también llegó a usarse como método para resolver algunas disputas internas de la comunidad. Esta aplicación del deporte para asuntos importantes en la vida de la comunidad atiende a la importancia de este juego, que como ya he indicado anteriormente era algo más que un deporte, pues de otro modo no puede concebirse que lo usaran para resolver conflictos de importancia.

El juego de la pelota fue para la sociedad mesoamericana, durante más de dos milenios, un deporte con el que entretenerse y un ritual en el que expresaban su religiosidad. Ya en era cristiana, de la mano de mayas y aztecas, se pudo convertir, además, en un modo de resolver conflictos de una manera pacífica. Es, sin duda, una significativa muestra de que el deporte puede llegar a ser muy importante en una sociedad. Y no es para menos, era el juego de los dioses. 

2 comentarios:

  1. Me alegro mucho de volver a leerte. ¿Cómo han ido tus exámenes? Pelín crueles, las culturas mesoamericanas, ¿no crees?

    Un saludo.

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  2. Pues han ido muy bien, gracias por preguntar. Rozando alguna matrícula me he quedado jaja

    Eran crueles, pero no debemos juzgarlos desde una perspectiva occidental. Estos ritos atienden a su profunda religiosidad, creían ciegamente que si no hacían sacrificios no podrían complacer a sus dioses y el mundo no podría seguir adelante. Por lo tanto, el miedo al fin de todo les empujaba a esta crueldad. Estaban profundamente convencidos de que la continuidad del universo dependía de la sangre, y hubo ocasiones en las que incluso miembros importantes de la comunidad se llegaron a sacrificar voluntariamente para garantizar el orden cósmico.

    Un placer hablar contigo
    Un saludo

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